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Si bien sabemos que un emprendimiento no funciona sin clientes (algo básico por cierto), muchas veces corremos el riesgo de perder de vista dicha consigna y cometer uno de los errores más letales en el terreno de servicios al cliente: el acostumbramiento.

Es decir, el ´acostumbrarse´ a la manera de ser y de operar de nuestros clientes en lugar de buscar escucharlos más (y desde perspectivas diferentes) para comprenderlos verdaderamente, desentrañar oportunidades que ellos no han identificado aún, presentarles constantemente algo nuevo, contribuir a su desarrollo – el cual se correlaciona con el nuestro- y aportarles propuestas concretas que les permitirán alcanzar sus objetivos.

Por ello amerita reflexionar respecto a la frecuencia con que calibramos, por medio de métricas definidas,¨la evolución¨ de nuestros servicios y, a la vez,  de qué manera nos preparamos para brindar una mayor contribución.